CONSTRUCCION DE
UNA ESTIRPE PROPIA
Este artículo forma parte de una serie de artículos sobre el
Fiorino, en el que uno de los creadores, Umberto Zingoni, explica porqué la
consanguinidad es fundamental para construir una buena estirpe. Lo que se dice
en este artículo es válido para cualquier raza de canarios.
Lo
primero que hay que hacer es una selección inicial de los canarios que se van a
cruzar entre sí, y para llegar a tener un stamm o estirpe propia, de gran
calidad, que se acerque lo más posible a las características del estándar hay que trabajar en consanguinidad, pues la
consanguinidad absoluta es el único camino que puede llevar al éxito. Solo
actuando de este modo, con el paso de los años se forma una estirpe, que
progresivamente, tras la rigurosa exclusión de los ejemplares no deseables, se
va haciendo cada vez más homogéneo. De esta forma la uniformidad, es decir la
exclusión progresiva, categórica y fenotípica de los genes no deseados del genoma de los ejemplares seleccionados,
aumenta de generación en generación y se forma una estirpe cada vez más
uniforme.
Así
se concreta el hecho que desde el punto de vista genético no hay gran
diferencia entre un ejemplar de primerísima categoría y otro de categoría menor, porque la
diferencia puede muy bien depender de la cantidad de genes recesivos y de la
diferente recombinación de los mismos (posiblemente también de los llamados
genes modificadores) responsables de diversas modificaciones.
Hablando
del mismo orden de cosas, la adquisición a un buen precio de un ejemplar más
modesto que otro, pero que ambos pertenecen a la misma estirpe, es una regla
muy aconsejable, porque con menor precio se adquiere la misma composición
genética. Pero estas son cosas que muchos criadores, especialmente si llevan mucho
tiempo, saben bien y no les parece nada novedoso y que sirve para enfatizar que
una pareja de menor valor respecto a otra de más calidad, da crías más hermosas que las de mayor valor
respecto a la norma; siempre y cuando pertenezcan al mismo stam o estirpe.
En lo que respecta a nosotros, a nuestra
estirpe, es cierto que ejemplares que hemos obtenido y que han pasado a otros
criadores, éstos han continuado criando en total consanguinidad, teniendo la
mayor garantía posible de obtener hijos
de alto nivel.
Es
deplorable que haya criadores que hablando de su propia estirpe digan que lo
han obtenido en pocas generaciones, o peor aún, han continuado introduciendo
ejemplares de otra estirpe. Después de un cierto número de generaciones solo la
selección rigurosa puede dar los resultados esperados, siempre y cuando se
hayan tenido presente dos afirmaciones que muchos tiene en cuenta: sin una rigurosa selección la
consanguinidad no tiene sentido y el
sentimentalismo es el peor enemigo de la selección.
Sin embargo existe una excepción. Si algunos ejemplares de una estirpe bien
establecida, es decir de una verdadera estirpe, se han pasado a otro criador
que ha continuado criando en total consanguinidad, y en esta estirpe paralela
alguna característica (longitud, calidad del plumaje, forma de la moña, etc.),
por cualquier afortunada mutación es mejor que la de la primera estirpe,
entonces, si se tiene la certeza de que todo ha ocurrido así, la introducción
de ejemplares de esta segunda estirpe en la primera, es del todo aceptable.
En
este sentido conviene recordar la regla de que si una estirpe se divide y una
parte pasa a otro criador y las dos estirpes han tenido una correcta selección
durante muchos años, en este largo periodo de tiempo seguramente que han
aparecido minimutaciones diferentes, que con el paso del tiempo han originado
dos estirpes algo diferentes entre sí, en tal caso se pueden pasar ejemplares
de una estirpe a otra.
Traducción y adaptación de un artículo de
Umberto Zingoni aparecido en
Internet