martes, 5 de agosto de 2014

CONSTRUCCION DE UNA ESTIRPE PROPIA
         Este artículo forma parte de una serie de artículos sobre el Fiorino, en el que uno de los creadores, Umberto Zingoni, explica porqué la consanguinidad es fundamental para construir una buena estirpe. Lo que se dice en este artículo es válido para cualquier raza de canarios.  
 
         Lo primero que hay que hacer es una selección inicial de los canarios que se van a cruzar entre sí, y para llegar a tener un stamm o estirpe propia, de gran calidad, que se acerque lo más posible a las características del estándar  hay que trabajar en consanguinidad, pues la consanguinidad absoluta es el único camino que puede llevar al éxito. Solo actuando de este modo, con el paso de los años se forma una estirpe, que progresivamente, tras la rigurosa exclusión de los ejemplares no deseables, se va haciendo cada vez más homogéneo. De esta forma la uniformidad, es decir la exclusión progresiva, categórica y fenotípica de los genes no deseados  del genoma de los ejemplares seleccionados, aumenta de generación en generación y se forma una estirpe cada vez más uniforme.
          Así se concreta el hecho que desde el punto de vista genético no hay gran diferencia entre un ejemplar de primerísima categoría  y otro de categoría menor, porque la diferencia puede muy bien depender de la cantidad de genes recesivos y de la diferente recombinación de los mismos (posiblemente también de los llamados genes modificadores) responsables de diversas modificaciones.
          Hablando del mismo orden de cosas, la adquisición a un buen precio de un ejemplar más modesto que otro, pero que ambos pertenecen a la misma estirpe, es una regla muy aconsejable, porque con menor precio se adquiere la misma composición genética. Pero estas son cosas que muchos criadores, especialmente si llevan mucho tiempo, saben bien y no les parece nada novedoso y que sirve para enfatizar que una pareja de menor valor respecto a otra de más calidad,  da crías más hermosas que las de mayor valor respecto a la norma; siempre y cuando pertenezcan al mismo stam o estirpe.
           En lo que respecta a nosotros, a nuestra estirpe, es cierto que ejemplares que hemos obtenido y que han pasado a otros criadores, éstos han continuado criando en total consanguinidad, teniendo la mayor garantía  posible de obtener hijos de alto nivel.
         Es deplorable que haya criadores que hablando de su propia estirpe digan que lo han obtenido en pocas generaciones, o peor aún, han continuado introduciendo ejemplares de otra estirpe. Después de un cierto número de generaciones solo la selección rigurosa puede dar los resultados esperados, siempre y cuando se hayan tenido presente dos afirmaciones que muchos tiene en cuenta: sin una rigurosa selección la consanguinidad no tiene sentido y el sentimentalismo es el peor enemigo de la selección.
         Sin embargo existe una excepción. Si algunos ejemplares de una estirpe bien establecida, es decir de una verdadera estirpe, se han pasado a otro criador que ha continuado criando en total consanguinidad, y en esta estirpe paralela alguna característica (longitud, calidad del plumaje, forma de la moña, etc.), por cualquier afortunada mutación es mejor que la de la primera estirpe, entonces, si se tiene la certeza de que todo ha ocurrido así, la introducción de ejemplares de esta segunda estirpe en la primera, es del todo aceptable.

         En este sentido conviene recordar la regla de que si una estirpe se divide y una parte pasa a otro criador y las dos estirpes han tenido una correcta selección durante muchos años, en este largo periodo de tiempo seguramente que han aparecido minimutaciones diferentes, que con el paso del tiempo han originado dos estirpes algo diferentes entre sí, en tal caso se pueden pasar ejemplares de una estirpe a otra.
Traducción y adaptación de un artículo de
  Umberto Zingoni aparecido en Internet